jueves, 3 de noviembre de 2011

Hasta su propia madre –Lucie Ceccaldi, la mujer que dio por muerta luego de que lo abandonara en manos de su abuela, de quien Houellebecq tomó su apellido– publicaría un libro en su contra, ofendida por algunos paralelismos autobiográficos en Las partículas elementales.

Sin embargo, los fríos mecanicismos sociales y la imposibilidad de sostener experiencias sensibles volverían a sedimentarse en su próxima novela, Plataforma (2001). 
Con ese retrato de un mercado globalizado de la demanda y la oferta sexual –donde los adultos liberales de los países centrales consumen el único “capital humano” del que disponen todos los menores de los países más periféricos–, Houellebecq volvió a ser acusado, esta vez, de celebrar ese mismo espejo ante el que sus lectores no podían dejar de fascinarse (las ediciones de la novela se imprimían casi a la misma velocidad que se agotaban).

Lacónico, se radicó sucesivamente en Irlanda y en España. Para evitar impuestos, persecuciones y el ruido que él mismo genera cuando es necesario, como con la publicación de la novela La posibilidad de una isla (2005). Supuestos sabotajes editoriales, contratos millonarios, traducciones a 35 idiomas y una película dirigida por el propio escritor tres años después, entonces, demostraron hasta qué punto los hilos del “escándalo mediático” también podían ser manipulados a su propio gusto.

El desprecio público lo alimentaba, y esa dieta parecía hacer más adictos a sus lectores, aún a riesgo de opacar el rédito estético de uno de sus trabajos más acabados. Con un Houellebecq a pleno en un mundo de humoristas, clones, ninfomaníacas y gurúes new age, el francés volvía a lanzar sus latigazos.


Michel Houellebecq, bestseller, misántropo y poeta

martes, 25 de octubre de 2011

#Findelperiodismo y otras autopsias digitales.
Una selección de ensayos publicados en Amphibia.
Podés leerlos donde quieras y cuando quieras haciendo click acá.


A la luz de sus últimos intentos, Pigmeo parece ser la última novela en la que Chuck Palahniuk apuesta con todas sus armas a revalidar su título de “escritor de una generación” –los 90, en su versión occidental globalizada–, después del éxito fenomenal de El club de la pelea (1996), y de una recepción más que buena, entre críticos y lectores, de colecciones de relatos non-fiction como los reunidos en Error humano (2004).

Producto de una estética donde lo “excesivo” todavía funcionaba como metáfora de una época y como usina para poner en marcha a cualquier personaje, Snuff (2008) –sobre el mundo de la industria pornográfica–, Rant (2007) –sobre un criminal que deja una huella profética en un futuro demasiado teñido de J. G. Ballard– y Fantasmas (2005) –una genial serie de cuentos con una trama común– delinearon para este escritor algo que, entre sus millones de lectores, comenzó a sonar como la extraña repetición de sí mismo, pero en numerosas versiones.


Un fantasma ajeno para ver monstruos propios

viernes, 7 de octubre de 2011

Palpitante, lo que el Capitalismo ofrece a través del imaginario conmovido de sus medios no es otra cosa que una representación de la muerte de Steve Jobs en el Capitalismo, pero como parte y no como todo.

Ese es el registro trágico de la ascesis privada de su renuncia: su épica hagiográfica –incluida la unción de su discípulo más fiel, Tim Cook–; la carta imbuida en la fe de los profetas y los mártires: “los días más brillantes e innovadores de Apple están por delante”. La ilusión de que todo continuará, siempre, más allá de la muerte.


Lo que muere con Steve Jobs
Oyola no escribe como quien le propone a la metrópoli un tour sensible y sociológicamente volátil por la castigada periferia bonaerense, sino como quien retrata existencias capaces de interpelar más allá de lo anecdótico y lo superficial. Fiel a ese universo, Kryptonita propone un giro: ¿qué pasa cuando los objetos culturales de la metrópoli son “absorbidos” por esa periferia? ¿Qué nuevas voces se activan? ¿Y qué se vuelven capaces de decir?

Sería inútil (pero muy posible) pensar Kryptonita como una novela de tesis sobre la que orbitaran conceptos como los “híbridos culturales”, acerca de los que escribió el filósofo Néstor García Canclini. Inútil porque a Kryptonita no le interesa narrar abstracciones, sino las castigadas vidas terrenales de los integrantes de la banda criminal de Pinino –apodado “Nafta Súper”–, mientras le dejan entrever a un azorado médico del Hospital Paroissien, en Isidro Casanova, que no son más que una liga de superhéroes, con sus propias versiones de Superman o Batman, enfrentados a su vez con versiones autóctonas de archienemigos como el Guasón.


Kryptonita, de Leonardo Oyola.
Por el lugar que ocupa en casa, La posibilidad de una isla es el signo latente de una experiencia sensible. Llegó tras una mudanza que cambió todo, porque significó compartir, por primera vez, no sólo una biblioteca, sino una casa y una vida. Recuerdo la sonrisa de la mujer que trajo ese libro de Michel Houellebecq –para nuestra nueva biblioteca– mientras llenaba el espacio vacío, porque también dijo que llenar espacios vacíos es un trabajo inacabable.

En tal caso, ni Houellebecq ni La posibilidad de una isla habían estado en mi radar hasta un par de años previos. Esa misma mujer me propuso desarmar ese prejuicio. Hoy sé que nadie mejor que Houellebecq ha narrado las infinitas posibilidades, fantasías y trampas (culturales, económicas, técnicas) alrededor del cotidiano intento que un humano hace por establecer un contacto con otro.

Por eso, el día que alguien sistematice un análisis de Houellebecq en uno de esos seminarios que se dictan en fundaciones donde la creatividad es la mejor amiga del dinero filantrópico y de la ligereza impositiva, tal seminario deberá llamarse La experiencia sensible. Y cuando eso pase, voy a sonreír y pensar en esa mujer.


El libro recordado
En Noruega las relaciones humanas son iguales que en cualquier otro país. La felicidad no tiene que ver con el dinero. En todo caso, tampoco soy economista sino autor. Escribo sobre las relaciones humanas, la comunicación. Son cuestiones que no tienen que ver con lo económico. En todos los países existen condiciones humanas de todo tipo: la envidia, los celos y las relaciones son iguales. No se trata de la riqueza o la pobreza sino de los intereses de las personas y cómo se manifiestan entre ellos.

Kjell Askildsen, el escritor de los silencios
Europa tiende a gestionar las crisis del norte de África, como antes gestionaba las relaciones con sus dictaduras. Italia, por ejemplo, siempre estableció pactos con Khadafi para controlar la inmigración: los libios que intentaban cruzar el mar hacia Sicilia eran detenidos y ubicados en campos de concentración propios o italianos, donde se llaman “centros de identificación y expulsión”. Hoy, en Italia, un inmigrante indocumentado, aunque no haya violado ninguna ley, puede ser detenido durante 18 meses.

Andrea Cavalletti: mitologías de la inseguridad
–¿Sabía que Borges se casó con una descendiente de japoneses?
–Mucha gente talentosa y excéntrica suele tener esposas japonesas o chinas (ríe). Eso es porque a veces requieren que sus esposas se vuelvan inexistentes para poder expandir por completo su ego, y aun así llevar una vida en matrimonio (ríe). ¡Con una esposa japonesa no necesitan intercambiar nada, debe ser por eso!

Minae Mizumura: ser universal escribiendo en japonés

miércoles, 21 de septiembre de 2011

¿Pero a qué me refiero con aristocracia de la subjetividad? A la fantasía de que existe una capacidad única y legítima, atribuida a sí misma por una minoría específica y definida, tal que les permite detentar no solo el monopolio simbólico de ciertas herramientas técnicas (narrativas), sino también la pertenencia VIP al dominio de una primera persona del singular adecuada para establecer y presentar, bajo una subjetividad única, un orden específico y adecuado del mundo.

La crónica tradicional, en la que un sujeto único construía una representación única del mundo a partir de una subjetividad única en contacto con un bagaje limitado de impresiones, hoy es un dispositivo textual en clara tensión con un nuevo sujeto colectivo, que construye una representación colectiva del mundo a partir de una subjetividad colectiva en contacto con un bagaje ilimitado de impresiones.


Una viuda embarazada
Me gusta que haya tesis universitarias y académicas sobre mis libros. Me gusta mucho ser estudiado. Si no, sería muy triste… Creo que no soy un escritor edificante, pero mis personajes deambulan por un mundo mejor que este en el que estamos. Me gusta que mis personajes sean dominados por una impaciencia y una inadecuación. Me gustan mucho los hombres disconformes porque la realidad, así como está organizada, es muy desoladora. Y yo apunto a una literatura de la impaciencia. Una literatura que desea un mundo que podría ser más humano.

J. Gilberto Noll. La realidad, así como está organizada, es muy desoladora


miércoles, 14 de septiembre de 2011

Tomemos el caso del antropomorfismo: nosotros hablamos con computadoras, con ascensores o con muñecas todo el día. Sociólogos han hecho en París trabajos sobre los cajeros automáticos: la gente les dice de todo a esas máquinas. Así que hay una proliferación continua de una especie de “antropomorfismo superficial”. Hablar con objetos como una estatua, por ejemplo, aún ocurre en situaciones muy específicas: una pequeña iglesia, por problemas de dolor o alguna desgracia. Ahí todavía se cristaliza algo semejante a un artefacto viviente. Así que no estoy tan seguro de que, en este nivel, las cosas hayan cambiado tanto.

Carlo Severi, la construcción social de la memoria


Alguna vez, Robert Graves escribió que lo esencial de las legendarias batallas heroicas de los griegos era que había fuerzas que los hombres no podían controlar. Divinidades que hacían de las tragedias humanas un teatro de excusas donde desatar conflictos que ni siquiera incumbían a los mortales. Voces que susurran juega con esa idea mítica y expiatoria, pero en un escenario mucho más contemporáneo: la guerra de Iraq.

Charlie Parker y la guerra de Iraq
Si atravesar el Bicentenario implica repensar el mundo de ideas que dio forma a 200 años de Nación, el bicentenario del propio Domingo Sarmiento (1811-1877), figura capaz de reunir en una sola vida el devenir del pedagogo, el soldado, el político, el periodista, el viajero y el escritor, sin dudas sintetiza un mosaico de las urgencias de la segunda mitad de nuestro siglo XIX.

A 200 años de su nacimiento, Sarmiento regresa a la polémica
Entre las muchas cosas que definen al #findelperiodismo, la más simbólica es la enorme productividad que como hashtag tiene en las redes sociales. ¿Qué significa que#findelperiodismo acompañe todos los días en Twitter a cientos de links de noticias? ¿Qué deberíamos entender que presupone la frase #findelperiodismo cuando su presencia gravita entre las evaluaciones que hacen decenas de usuarios hispanoparlantes de la calidad de aquello que los medios consideran periodismo?

#findelperiodismo: el hashtag

jueves, 18 de agosto de 2011

El “rescate irónico” de un partido minoritario (y simpático y legítimo) como el troskismo, en realidad, también se deja leer como la fase performativa de una voluntad electoral ociosa, dispuesta incluso a dejarse arrastrar hacia la ejecución de su propia broma.

#unmilagroparaAltamira
Ubicada en la California hippie pero ya republicana de los años sesenta y setenta, este policial sui generis comienza por mezclar un poco del clásico policial de misterio con otro poco del clásico policial negro. El poder del clásico thriller también tiene su lugar y, hasta ahí, todo podría correr el riesgo de sonar convencional.

Pero la clave de la fórmula pynchoniana no está en la mezcla, sino en dejarla fermentar sobre gran parte del imaginario más libertario de lo que pudo ser (y representar, para varias generaciones) el hippismo.

¿El resultado final? Un texto ágil y a la vez melancólico, que con justicia podría llamarse “novela policial lisérgica”. Un género al que los lectores locales también podrán asignarle la enorme cantidad de incomprensibles galicismos que, a la par de las densas nubes de marihuana entre las que vive el protagonista de Vicio Propio, Doc Sportello, corretean de punta a punta en la traducción castellana.

Novela policial lisérgica
Jonathan Lethem, Lorrie Moore, Junot Díaz, Michael Chabon, Nicole Krauss, Jonathan Franzen. Un nuevo mapa de escritores y escritoras norteamericanos comienza de a poco a renovar el abanico de una narrativa que siempre supo medir desde perspectivas propias el calor de su época y del mundo. De esa tradición que, tan sólo durante el siglo XX, provocó novelistas como Ernest Hemingway, William Faulkner o John Steinbeck, y que también encontró en la invención de géneros tan disímiles y personales como el policial negro (Dashiell Hammet, Raymond Chandler) o el non fiction (Truman Capote, Norman Mailer, Tom Wolfe) formas para retratar las derivas más inesperadas del “sueño americano”, aún hay voces vigentes.

El veterano californiano James Ellroy –autor de L. A. Confidencial o La Dalia Negra, con sus respectivas películas– es casi el último fabricante de aquellos universos tan desolados por la corrupción institucionalizada que parecen pedir su propia demolición, mientras que voces como la de David Foster Wallace (1962-2008) llevan hacia géneros como el ensayo (Hablemos de langostas) mucho del color y la rareza que parecía patrimonio exclusivo de la escuela del “periodismo narrativo”.

¿Pero qué es hoy “lo nuevo” en una literatura tan amplia como para cubrir en un radio de apenas 60 años nombres poderosos como Thomas Pynchon, Raymond Carver, William Burroughs, Carson McCullers, J. D. Salinger o Charles Bukowski, entre tantos más?

En principio, la mejor tradición “subversiva” del arte norteamericano –si por “subversiva” entendemos aquella lectura a contrapelo del ideario de los “padres fundadores”– todavía encuentra formas de trazar contradicciones sociales y culturales lúcidas.

Un nuevo mapa de autores

lunes, 4 de julio de 2011

“Un #freelancer es alguien que circula por los enormes territorios de precarización y tercerización que hay alrededor de las empresas periodísticas tradicionales”, reflexiona Mavrakis. Otra vez, aparece acá la práctica periodística como una profesión precarizada, tanto en lo formal como en lo simbólico. Pero en la tesis de Mavrakis parece habitar una esperanza: en ese barro turro del trabajo mal pago, de una profesión sedimentada sobre la violación de todas sus reglas, parece armarse un germen posible de su transformación. “La llegada de nuevas audiencias capaces de customizar su propia demanda informativa provocó un nuevo mundo de ofertas, del que las prácticas y los roles anteriores -como el del “periodista” mismo- quedaron irreparablemente descolocados. Los usuarios de redes sociales, algunos bloggers, incluso quienes informan desde su propia experiencia con los hechos están practicando “periodismo”. Por eso el concepto del “periodista” como agente único y privilegiado capaz de mediar bajo sus propias formas y métodos una información específica entre un público “pasivo” y un mundo que siempre se presupone “inaccesible” para el resto, no es sino una de esas fantasías residuales y casi decimonónicas del #findelperiodismo. En ese sentido, un #freelancer es también alguien que, en un contexto tecnológico en el que los usos y las costumbres tradicionales ligados a la producción de información se licúan simbólicamente cada día más rápido, recorre con mayores posibilidades de autonomía e improvisación los intersticios de lo nuevo. Un #freelancer tiene que crear sus propios contenidos y adquirir sus propias destrezas para ubicarlos donde le resulte más útil a ambos”.

El ocaso de un héroe

"Sé que a usted, en general, no le interesa la música. Pero los Beatles son grandes músicos", le dijo Sabato a Borges el 21 de diciembre de 1974, durante una de las conversaciones recopiladas en Diálogos. Jorge Luis Borges y Ernesto Sabato . "Creo que sí. Mi sobrino me dijo una vez: vas a oír un disco. Lo oí y quedé muy enternecido. Eran los Beatles", cuenta Borges, para sorpresa de su interlocutor y de quienes jamás hubieran sospechado que el gusto borgeano por la cultura anglosajona tenía un rincón para el rock'n roll . Por supuesto que "enternecido", en boca de Borges, puede sonar ambiguo y, a veces, casi acusatorio. En definitiva, se trata del mismo oído que registraba en Gardel un "sentimentalismo barato". Alejado de los detallados juicios estéticos y más preocupado por la dimensión filosófica, por la misma época Woody Allen, en Nueva York, hacía de Lennon, McCartney, Harrison y Starr uno de los grandes hitos existenciales del hombre moderno. ¿Qué era el "hombre moderno" sino "toda persona nacida después del edicto de Nietzsche? Dios ha muerto' y antes del éxito pop ?I Wanna Hold Your Hand'"?, escribe en Perfiles(1975).

Beatles para escritores
Yo he visto también cómo a Murakami había que salvarlo de la multitud en Barcelona para que no le arrancaran la ropa, como si fuera un rockero. Es alucinante. O salas inmensas llenas para escuchar a Almudena Grandes hablando sobre la memoria histórica de España, con gente que llora por asuntos de hace 50 años. Lo que pasa es que esto se da cada vez menos porque los escritores jóvenes están viviendo una decepción extraña. No hay ilusiones fuertes entre ellos. Al menos en España, los escritores jóvenes que conozco están más pendientes del dinero que van a ganar en lo más inmediato o de cómo van a formar sus familias. ¿Qué riesgos van a correr? ¡Ninguno!

El difícil oficio de leer y descubrir

miércoles, 22 de junio de 2011

Hace unos días me crucé en twitter con Nicolás Mavrakis, que lo adoro, un buen tipo, inteligente. Me dijo “para leer cosas fáciles está Marcos Aguinis”, como diciendo que todo lo que es de lectura sencilla es una garcha y lo que importa es la profundidad de lo que está atrás. Me parece que se tendió a suponer que la complejidad del lenguaje hace a la complejidad de la idea. No necesariamente es así.

Diegro Grillo Trubba: un policial sobre el poder en tiempos de la colonia
Después del éxito de Las viudas de los jueves, Claudia Piñeiro vuelve a los countries, esta vez con una mirada que coloca en serie las tensiones de un mundo interior cerrado, conmovido por un crimen –cuestión que, con la popularización de los countries y los barrios cerrados, ya es un tópico más del imaginario de todo el cuerpo social–, con las tensiones de otro mundo cerrado pero, a la vez, determinante en los modos en que construye la percepción de gran parte del mundo exterior: el periodismo.

Misteriosa muerte de Pedro Chazarreta
Soy un bravo piloto de la nueva China (Mondadori) podría leerse en 2011 como una novela que en cierta forma viene a cerrar el collage abierto de cuestiones, sentidos y debates alrededor de aquello que durante la última década tuvo su irrupción bajo el potente núcleo narrativo de “los años setenta”. El propio Ernesto Semán concede la lectura, aunque aclara que no leyó demasiado el trabajo de otros escritores argentinos contemporáneos respecto de esa misma época.

Mirar los `70 desde el borde del 2000
Jorge Froján (65) coordina entregas a través de un celular y termina de definir el pago de otro trabajo por otra línea mientras revisa algunas fechas en la computadora. Él es el presidente de la Cooperativa R.SU.T Transporte, que hasta 2002 se llamaba Rabbione S.A. La empresa, dedicada a la distribución de distintas mercaderías, era parte de un largo legado familiar iniciado en 1932. “No invertían lo que había que invertir, se improvisaba todo el tiempo con los números, no se atendía a los clientes como es debido”, describe Froján el antiguo manejo gerencial de quienes en 2002 decidieron dar por terminada la existencia de una empresa que desde 2001 había sido abandonada por sus dueños, entre maniobras de venta no del todo claras y falta de pago a los empleados.

En aquel momento, eran apenas 9 trabajadores.
Hoy, después de un largo trabajo de autogestión y múltiples batallas legales, ya son 26 y dan trabajo de manera indirecta a otras 20. “Hoy acaba de volver otro ex compañero que se había ido en el 2003. Vino a preguntar si podía trabajar otra vez y por supuesto que le dijimos que sí”, cuenta Froján, que había entrado a trabajar en Rabbione S.A. cuando tenía 50 y que no se resignó a quedar fuera del mercado laboral cuando la empresa cerró.


Empresas recuperadas, la hora del riesgo
¿Cómo fue la vida de estos hombres desde la desaparición de sus hijos hasta hoy? ¿Cómo se han articulado con las Madres, las Abuelas y los HIJOS desde entonces? ¿Cómo interpretan la historia de sus hijos en relación con sus propios pasados políticos? ¿Cuál era su vínculo con sus ideales? “No hay respuestas unívocas acerca del rol de la función paterna frente a esta tragedia, eso queda abierto a la aproximación que puedan hacer distintas disciplinas sobre el tema”, explica el director de la serie, a la expectativa de las distintas interpretaciones psicoanalíticas, sociológicas y culturales que pueda despertar Los padres de la Plaza.

La historia de los Padres de la Plaza se verá en Encuentro

jueves, 26 de mayo de 2011

Un interno deambula tranquilo por la entrada del Pabellón Central del Hospital Interdisciplinario Psicoasistencial José Tiburcio Borda. Pide prestado un cigarrillo, sale hasta el frente del edificio y se sienta en el suelo a disfrutar del sol. Hace treinta y tres días (y contando) que el hospital con 720 pacientes está sin gas y el calor pasó a convertirse en un bien escaso. «En las reuniones grupales el tema surge cada vez más. No es fácil para un paciente psiquiátrico tratar con cambios drásticos en su medio. En circunstancias normales, suele ser muy difícil para algunos la cuestión de bañarse. Ahora que el agua es fría, la situación es mucho peor», cuenta Hernán Scorofitz, uno de los psicólogos concurrentes que atiende en el Borda.

El frío de la locura
¿Una perspectiva? La certeza (desoladora, incontestable) de que “un mundo que fenece no deja tras de sí un heredero sino una viuda embarazada”.

¿El resultado? Una novela que –como Michel Houellebecq en Ampliación del campo de batalla o Las partículas elementales, por mencionar un contemporáneo del peso de Amis– explora con crudeza no sólo el devenir presente de una era que pretendió cambiar las sensibilidades universales para siempre, reescribiendo sus códigos amorosos y sexuales, sino que también se detiene en la lectura inteligente de sus vestigios actuales, a la manera de un historiador lúcido y cargado de ideas.

¿Qué es finalmente aquello que para Amis transita sus últimas etapas, cuales “viudas embarazadas”? Es una excelente pregunta a tener en cuenta antes de comenzar a leer, aunque sin dudas podrán rastrearse, en principio, la literatura sentimental en sí misma –por supuesto–, pero también el amor libre, el juvenilismo, el feminismo y, por qué no, esa suma azarosa de peripecias individualistas que podríamos llamar “la vida moderna”.

Reescritura de los códigos amorosos
La muerte de las formas contemporáneas del orden social debería alegrar más que conturbar el espíritu. Lo pavoroso, sin embargo, es que el mundo que fenece no deja tras de sí un heredero sino una viuda embarazada. Entre la muerte de uno y el nacimiento del otro habrá de fluir mucha agua, habrá de discurrir una larga noche de desolación y caos.

Tesis de la Filosofía de Taringa
«Afortunadamente —dice también el informe de la IIPA del año pasado— Taringa responde positivamente a los avisos para dar de baja links, luego de importantes cruces con la industria discográfica».

¿Cuál es entonces el «verdadero» rol de Taringa en el mapa de la «piratería»? ¿Y cuál es el ejercicio de ese rol al momento de recortar selectivamente aquello que linkean y bajan «todos los que participamos de internet y las redes sociales»?

¿En qué parte de ese «todos» debería incluirse el 31.94% que sube y ve inmediatamente eliminados todos los días sus links?

El affaire Taringa o la viuda embarazada

domingo, 1 de mayo de 2011

La boda real es una de esas cuerdas sensibles que muy de vez en cuando vibran no sólo en el pueblo inglés, sino en toda una comunidad de espectadores globales. Entre el desborde amarillista para la plebe universal y las fantasías de redención azul que experimentan por estos días las monarquías europeas, hay al menos un artista que se aseguró antes que nadie un lugar fuera de la lista de invitados. Claro que Martin Amis (Gales, 1949), uno de los escritores más influyentes de su generación, no es tampoco la clase de invitado que ninguna realeza querría tener cerca ahora.

Martin Amis contra la nobleza británica

jueves, 21 de abril de 2011

No es un detalle que, junto a Martin Amis o Hanif Kureishi, McEwan sea una de esas estrellas del circuito literario inglés capaces de permitirse textos como quien satisface algún capricho exótico (o innecesario). En ese sentido, Solar podría leerse en la misma línea de lo que Submarino Amarillo fue para Los Beatles: una excentricidad posible para quien todo está admitido (como cualquier estrella pop, McEwan promocionó su novela fotografiándose entre libros y champagne con un cerdo bautizado Solar).

Solar

#findelperiodismo

Crisis (Número 4, Abril-Junio 2011)
Más allá de esta nueva fecha del FLISoL, la propuesta es que, ya sea acercándose a estos grupos de difusión en persona o a distancia, cada vez más usuarios puedan familiarizarse con el software libre en tanto “contrapoder y contracultura” frente a la lógica habitual de consumir y desarrollar programas de computación. Para eso, sitios como o , entre muchísimos otros, ofrecen desde la Web un rico abanico de perspectivas ante una gran variedad de preguntas recurrentes. La curiosidad puede saciarse apenas a un click de distancia, y hacerlo vale la pena: incluso la tecnología más cotidiana impone sus cadenas, y el primer paso para aprender a cortarlas es conocerlas.

FLISoL 2011

martes, 12 de abril de 2011


Al otro lado de la melancolía, el humor de David Lodge. La Argentina tiene una aparición fugaz en su última novela, La vida en sordina (2007). Es el 7 de julio de 2005 en Londres, cuando un ataque terrorista paraliza el sistema de transporte público. "No había pánico en las calles, sino el estado de ánimo estoico y flemático de cuando los bombardeos alemanes." Es hora pico y la ciudad está vacía. A la vista sólo queda el miedo colectivo y un profesor jubilado, al borde de la sordera, para quien el plan original de visitar a su padre anciano se vuelve imposible. Lodge encarrila ese cuadro de desolación sobre una de las vías que su literatura sostiene con más habilidad: el vitalismo.

La Argentina, país imaginado

martes, 5 de abril de 2011

Placebo, sin embargo, es menos un artefacto de ensayo formal que la exploración descriptiva de una angustia. Sobre la crisis de madurez de Becerra en la mitad de la vida, un hombre cuya “razón se ve a cada momento más empañada” mientras “una suerte de susceptibilidad extrema lo está atrapando lentamente”, resuena menos el eco vanguardista de Joyce que el de esos mismos escritores decimonónicos rusos que su madre –encerrada en un geriátrico– admira por haber pasado a la historia como los mejores investigadores del abismo de la tristeza.

El hondo dolor de lo inevitable

martes, 29 de marzo de 2011

Cuando el sol caiga y los visitantes comiencen a retirarse, van a volver a formar las filas de siempre. A prepararse para el conteo de rutina. La Unidad volverá a ser lo que es todos los días. ¿La energía del breve carnaval habrá dejado una huella que recuerde que hay otro mundo no tan lejos? No sé si a la pregunta le corresponde un tono optimista o profundamente cruel.

Huellas de un breve carnaval

lunes, 28 de marzo de 2011


–¿Qué diferencia le imprime a tu muestra el hecho de vivir en el exterior?
–Vivir fuera hace que a veces uno trate de desvincularse políticamente de la Argentina; sobre todo luego de tantas decepciones y traiciones, uno se arma su coraza y no se pregunta tanto. El enfrentarme con el pasado de mi país es como volver de cierta manera, no desvincularme del todo y empezar a aportar desde donde uno esté por esta lucha, que es de todo el pueblo argentino. En cuanto a la curaduría, el hacer la muestra principalmente para un público que no está tan empapado con la Argentina me obliga a explicar cosas que daba por sabidas y hacerlo más didáctico, lo cual también me enfrenta a nuevas preguntas.

El reclamo de Nunca Más se oirá en el centro histórico de México

lunes, 14 de marzo de 2011

¿Desde dónde escribe Asís? No desde el furor personal, sino desde la excepción. Pero no desde la excepción de quien carece de un lugar legítimamente cultural para despedir a Viñas —Asís no es un académico ni un crítico; es, en cambio, un escritor genial—, sino desde aquel a quien su lugar le ha sido arrebatado por aquella jerarquía académica a la que perteneció Viñas.

Dos despedidas para David Viñas
No sé cuántos homicidios argentinos fueron realizados con un «bate». Un «bate» es casi un objeto abstracto. «Un bate de baseball». Eso de lo que hemos escuchado gracias a la penetración cultural ha llegado al tardío imaginario criminal local. «Un bate de baseball».

Con el rudo golpe de un bate de baseball

viernes, 4 de marzo de 2011

La «crónica» entendida como género narrativo en el que una primera persona del singular presupone que ciertas destrezas técnicas —la recolección de datos— y ciertos protocolos constructores de verosimilitud —la recolección de descripciones espaciales— regulan y certifican su pertenencia a una aristocracia de la subjetividad es, al menos, una definición que los nuevos entornos tecnológicos obligan a revisar. ¿A qué me refiero con una aristocracia de la subjetividad? A la idea —que no deja de arraigarse en las jerarquías esclerosadas del #findelperiodismo— de que solo existe una minoría legítimamente capacitada para construir esos dispositivos textuales, pero no solo por el monopolio simbólico de ciertas herramientas técnicas —que sería lo de menos— sino por una pertenencia VIP al monopolio de una primera persona del singular adecuada para establecer y presentar bajo una subjetividad única un orden específico y adecuado del mundo.

Contra la aristocracia de la subjetividad
América, narrada por sus propios descubridores, y la Argentina en particular, narrada por caminantes propios y extranjeros –desde Alonso Carrió de la Vandera en el siglo XVIII hasta los ingleses del XIX– hicieron de la crónica una práctica narrativa siempre legítima y vigente, sin demasiado que envidiar a íconos como Hunter S. Thompson o Ryszard Kapuscinski. Con casos paradigmáticos como el de Rodolfo Walsh, fundador casi al unísono con el estadounidense Truman Capote del non fiction, y un corpus de autores contemporáneos ya consagrados, como Martín Caparrós, Leila Guerriero, Josefina Licitra o Cristian Alarcón, la crónica continúa multiplicándose en libros, talleres y publicaciones especializadas. Sin embargo, como dispositivo narrativo “para contar el mundo”, la crónica también enfrenta nuevos desafíos.

¿Qué lugar real tiene hoy la crónica dentro de los medios? ¿Por qué, a pesar del éxito del género, casi no hay espacio intermedio de publicación entre los sitios web gratuitos y los libros financiados por las grandes editoriales? ¿Hasta qué punto las redes sociales en Internet redefinieron la urgencia de una experiencia subjetiva única? ¿Qué perspectivas hay más allá del circuito cerrado de los talleres de escritura donde se la practica y de las instituciones periodísticas donde se la premia y legitima?


El viejo oficio de contar la vida
Yo mismo he tipeado algunos policiales en algún momento y cualquiera que haya tenido sus mínimos diálogos y encuentros —y hay que tener mucho estómago para un encuentro— sabe que este es un buen lugar donde decirlo, porque los policías no leen. La palabra escrita es una zona segura. Los policías no leen. Si lo hicieran, si supieran leer, estarían sobrecalificados para ser policías.

Cronistas y policías
A pesar de ciertas resistencias culturales, de inevitables barreras económicas y aun de un cierto desconocimiento sobre el tema, hoy la cultura libresca –como antes la cultura musical e inmediatamente después la cultura del cine y el video– vive una gran época de cambios respecto a sus modos de producción, circulación y consumo. “Su alma comienza a expandirse”, diría en pocas palabras Bob Dylan.

¿Llegó el momento de pasar la página?
“Nunca me interesó sacar fotos que dañaran a Charly”, cuenta Maxi, que también estuvo con su cámara cerca cuando García atravesaba los peores momentos y aquello de “demoler hoteles” no sólo era la letra de una canción. “Se sabe que García es poco afecto a las fotos, sin embargo, cuando me veía llegar, en cualquier circunstancia, sonreía y ordenaba: él sí, que pase”, recuerda Vernazza. Por eso también en las peores épocas Charly lo elegía para que fuera el único privilegiado en acceder a lo más íntimo de su entorno. “Yo lo llamaba en el verano, por ejemplo, y me decía que podía subir a hacerle fotos si esperaba dos horas, mientras componía o tocaba, y efectivamente, a las dos horas me dejaba pasar”, cuenta.

El rock star nacional ante la cámara indiscreta

martes, 15 de febrero de 2011

Dicen que hay generaciones de desempleados londinenses que durante el invierno entran a la Biblioteca Pública para aprovechar la calefacción gratuita leyendo. Eso quiere decir que hay generaciones de desempleados mucho más cultos que en otras ciudades del mundo. Buenos Aires no es una ciudad que se caracterice por el frío ni por las bibliotecas públicas. Pero sí hay bares. Y en cada bar hay siempre un televisor, vomitando noticias y nomenclaturas. Esto que voy a pasar a explicar ahora me lo hizo ver un desempleado que conozco. El tema es las nomenclaturas.

Nomenclaturas

Sarmiento ha sido leído como un largo andamiaje de citas cultas incorrectas y también de traducciones no del todo ajustadas al original. En su defensa, podrá decirse que el autodidactismo de quien zigzagueó ocupaciones como maestro, soldado, político, diplomático, periodista y escritor necesariamente tendría sus zonas grises. No es un rasgo menor, e incluso sea el más característico en cierta clase de genios.

Aún así, decenas de lupas han rastrillado su obra a la búsqueda de aquel filamento donde, como escribió uno de sus más agudos lectores, Ricardo Piglia, “la barbarie corroa el gesto erudito”. Y no es difícil imaginar al sanjuanino aceptar el desafío con entusiasmo. Sin embargo, fue el español Juan Martínez Villergas uno de los pocos en comprobar su viva reacción al publicar en 1853 el folletín Sarmenticidio (reeditado ahora por Simurg), con algunas de las más furibundas objeciones que Sarmiento recibiera tras la aparición de sus Viajes por Europa, África y América (1845-1847).

Escrita por encargo por un español residente en Buenos Aires, ofendido por las apreciaciones que el padre del aula había hecho de España –que ubicaba última “en la escala de los pueblos civilizados”–, Sarmenticidio tuvo gran repercusión en Chile, Montevideo y París. De ahí que Sarmiento llamara a la pluma de Villergas “un garrote nudoso”. “Tiene tanto talento, tanta imaginación… que se pierde de vista”, lo atacaba el español, inaugurando el eslabón más primitivo de esa larga tradición crítica que ha disputado la óptica resuelta y binaria con la que Sarmiento construyó la cultura y el país de su época.


Revista Ñ, 12-02-11

jueves, 10 de febrero de 2011

El #findelperiodismo debe ser uno de los pocos hashtags en Twitter que funcionan con una ecología dual: por un lado, los usuarios de la red social se lo adosan a todo discurso periodístico que evidencie la pertenencia a su propio abismo simbólico –un espacio vacío–; por otro lado, los lectores, oyentes y televidentes de la red periodística en versión gráfica, radial y televisiva reconocen el mismo vacío –aunque desconozcan la definición– y muchas ocasiones reeducan sus hábitos de consumo informativo leyendo otro columnista, girando el dial hacia otra sintonía, cambiando a otro canal.

lunes, 7 de febrero de 2011

Si bien es cierto que en Honduras y Ecuador ha habido coletazos en una versión estrictamente televisiva, la versión egipcia del asunto es intrínsecamente importante desde el momento en que demuestra hasta qué punto la web se ha vuelto no solo un campo infinito de negocios y creatividad, sino también una plataforma vital –y no olvidemos la muerte como parte de toda vida– para el Poder.

Un análisis no demasiado brillante del conflicto podría arrojar las siguientes conclusiones. Desglosarlas aquí y ahora, por supuesto, no tiene otra causa que advertir al Poder, que no suele ser demasiado brillante, acerca de los modos cada vez más veloces y masivos que tiene de ser desmontado allí donde esté.

La entrevista se interrumpe cuando un turista brasileño entra al local para preguntar por una biografía de Copi. “Tiene una tapa azul, es la única que no tengo”, pide en un castellano incierto el cliente. Junto a Pedro Lemebel y Néstor Perlongher –sociólogo, escritor y militante del movimiento de liberación homosexual argentino en los ’70–, Copi es otro de los autores más solicitados por los clientes de Otras Letras.

Una librería igual y diferente

miércoles, 2 de febrero de 2011

El autor de Cuentas pendientes va camino a ocupar el centro del canon, el cual ya bordea. Avalado por nombres tan contundentes como el de Beatriz Sarlo, con un buen ganado prestigio de profesor probo y concentrado, con, insisto, una sostenida actividad editorial, cuyos temas tratados siempre desde un realismo no ortodoxo son la política y la historia, Kohan incluso profesa posiciones orales de izquierda que lo completan como candidato a referente central. En la entrevista que le hace Mavrakis incluso llega a decir: “Mi definición es bastante estandarizada. Es eso que llamamos izquierda”. Agreguemos a esto que sus novelas están empezando a ser filmadas.

Apunte sobre la crítica

lunes, 31 de enero de 2011

Katzenbach hace una breve pausa y sus ojos emiten cierto resplandor. “En última instancia, si lo pensás, es realmente fácil para mí describir algo como sacar un arma y dispararle a un reportero”, se ríe. “El verdadero desafío es describir qué está pensando el reportero cuando ve que saco el arma, qué pienso yo al hacerlo y en qué contexto psicológico ocurre este ataque. ¿Qué ocurre con esta persona que dispara? ¿Qué ocurre con esta persona a la cual le han disparado? El thriller psicológico permite identificarse más de cerca con los personajes. Esto no cambia en Corea, ni en Buenos Aires o Frankfurt. Stieg Larsson, por ejemplo, ubica sus historias en Escandinavia. Tiene una globalidad, una universalidad, en la que pueden identificarse muchos”.

John Katzenbach: los libros que asustan a la gente en el subte


En su libro, el fragmento escrito por King dice: “Ignoro si el novelista contemporáneo John Katzenbach es un solitario, pero su novela La guerra de Hart contiene algunos diálogos memorables por su mala calidad. Katzenbach es de esa clase de novelistas que exasperan a los profesores de escritura. Se trata de un narrador extraordinario, pero que se repite demasiado (defecto que tiene cura) y no tiene oído para el lenguaje oral (este dudo que lo tenga).” Aunque Katzenbach dice que nunca leyó el fragmento, también guarda algunos dardos contra su colega. “Hay ciertos escritores que son fenómenos y Stephen King es uno. Aunque a veces yo no puedo entender precisamente qué hay en su escritura para que la gente la encuentre tan atractiva”.

Katzenbach versus King

viernes, 28 de enero de 2011


“La F de fidelidad”, para hablar de su amistad con el filósofo Félix Guattari; “la H de historia”; “la T de tenis” –su deporte favorito–; “la W de Wittgenstein” –“catástrofe filosófica”, llama al austríaco–; o “la Z de zig-zag”, que usa para unirse con humor a una genealogía de pensadores signados por la Z –“Leibniz, Spinoza, Nietzsche… y por supuesto Deleuze”– pero también para recordar que “no hay universales, sino conjuntos de singularidades”.

El abecedario de Gilles Deleuze en Encuentro

lunes, 24 de enero de 2011

Mi impronta es antiglobalización. La globalización puede existir frente a una computadora, moviendo dinero aquí y allá, sin tener que ir a ningún lado, pero no deja de ser otra trampa que han encontrado para quitarles los derechos a todos. Los bancos, por ejemplo, han tomado todo el dinero que los estados les han dado con la excusa de la crisis, pero también lo han tomado antes. El año pasado hice en Francia una obra donde convertí a dólares todos los euros de mi presupuesto y los colgué de una cuerda como calcetines. Cuando terminó la exposición, los recogí. El dinero, así, no produjo  nada. Aunque cuando se usa para producir, son todavía los bancos los que ganan.

Gianni Motti: "En Italia y en toda Europa nunca hubo tanto racismo como ahora"

Los modos en que el ansia permanente de quienes sueñan con nuevas “tierras de oportunidades” se amolda a los caprichos nunca ingenuos de los controles inmigratorios es el tema principal de Carlos Garaicoa. En su instalación Welcome, las solicitudes para obtener la anhelada green card, que permite ingresar y trabajar en los Estados Unidos, se mezclan en un mismo espacio con un catálogo de diferentes insectos disecados, haciendo de lo natural un ámbito donde lo autóctono se mezcla de un modo ambiguo con lo indeseable.

Una necesaria reflexión sobre las fronteras y las migraciones

“Me cuesta pensarme en otros tipos de inserción más allá de lo que escribo. Yo no tengo mucha relación con nadie”, dice con cierto aire risueño y algún eco de confesión y de culpa. “Puede sonar un poco estúpido, pero es la verdad: soy tímido y no trabo muchas relaciones con la gente. Tampoco cuando hacía periodismo deportivo o cuando trabajaba en inmobiliarias”, dice. “Tal vez es porque me acuesto temprano y la gente hace esas cosas de noche tarde, no lo sé.” La literatura, en todo caso, parece ser para Kohan una red casi absoluta. “Mis intervenciones a partir de los textos me interesan; distinto es el compromiso personal, me cuesta muchísimo porque requiere algunas virtudes de las que carezco. Por ejemplo: la capacidad de relacionarme personalmente.”

Martín Kohan: el pasado político como materia de creación

domingo, 23 de enero de 2011


I
Paolo el Rockero está vivo y felizmente radicado en YouTube. No es un destino extraño para una figura abandonada por su época. En ese Hades digital para las almas perdidas del humor también habitan glorias norteamericanas como Pee-Wee Herman y otras más autóctonas como Mac Phantom. Pero el caso de Paolo el Rockero tiene varias particularidades.
En principio –no hay que temer demasiado castigo divino al decirlo de un modo borgeano– está el problema del tiempo. Juan Verdaguer, por ejemplo, vivió su carrera como humorista en los años cincuenta y sesenta. Nadie podría dudarlo. Alberto Olmedo y Jorge Porcel lo hicieron durante los setenta. El propio Mac Phantom surfeó el éxito de su vieja ola de sonidos en los ochenta. Con Paolo el Rockero, en cambio, la cuestión es más compleja. Como esos personajes de Kafka o Walser, Paolo el Rockero siempre representó el horror de un sujeto perdido en su época. Paolo siempre fue literalmente extemporal. Un ser atrapado en medio de etapas históricas inconexas.

II
A veces la democracia regresa demasiado tarde y tu personaje loooco, loooco de café concert se convierte en un manifiesto tardío de la cultura cannabis, el libertinaje del rock y el espíritu pacifista del hippismo. A veces te convertís en el primer abanderado cultural de las drogas recreativas –y bajo esa vanguardia humorística argentina conocés a Charly García, que ya se curó, y a Pappo Napolitano, que ya se mató– y veinte años más tarde terminás una temporada en el hospital neuropsiquiátrico José Tiburcio Borda, loooco, loooco. En el medio hubo un vórtex temporal que te devoró, como en los cuentos de Lovecraft. El cannabis ya se puede consumir en privado, los rockeros son magnates y los pacifistas; bueno, nadie sabe muy bien qué pasó con ellos. ¿Cuál es tu nombre? ¿Eras ese personaje satélite de algunos capocómicos que hoy tienen olor a naftalina?


viernes, 14 de enero de 2011


Es una guerra de guerrilla la que tenés con la neurosis: le vas peleando metro a metro y sabés que donde diste un paso atrás, avanzó.

Una frase de Kohan que vibró en mi cerebro toda la semana.
#diván

miércoles, 12 de enero de 2011


Obsolecencia programada
Documental
52 minutos
El «crimen del siglo» ya pasó. Y fue hace dos años. No se sientan afligidos. Los «crímenes del siglo» tienen que ser exactamente así. Tan sutiles y refinados que cualquiera tarde al menos setecientos treinta días en percibirlos. Así que no se sientan mal si no se enteraron antes. De lo contrario, toda esa lógica mediática que quiere convencerlos de que «la única noticia es la de hoy» se desmoronaría y cometer verdaderos crímenes sería casi imposible. Ustedes estarían demasiado alerta y George Harrison no habría podido escribir una canción interesante como Brainwashed.

El crimen del siglo

domingo, 9 de enero de 2011

Medida por el arco de convulsiones políticas y culturales entre la crisis de 2001 y el año del Bicentenario, la primera década del siglo XXI es un marco útil para entender las inquietudes de una generación con un bagaje histórico propio. ¿Esa experiencia ha constituido una generación literaria propia en lo que va del nuevo siglo? Con una adolescencia traspasada por los '90 y una juventud que vio cómo ese mismo imaginario colapsaba, esta nueva generación tiene ya autores consolidados. Juan Diego Incardona (Villa Celina, 1971) y su rescate del imaginario popular peronista; Juan Terranova (Buenos Aires, 1975) y su trabajo sobre cómo los nuevos medios alteran las formas en que se concibe la realidad; Washington Cucurto (Quilmes, 1973) y su estetización del marginal como sujeto social que irrumpe entre los despojos del neoliberalismo, son autores de una obra, en todos los sentidos, significativa. Durante 2010, sin embargo, de la mano de proyectos autogestionados y editoriales independientes surgieron otras voces a tener en cuenta.

Literatura que tiene las marcas de la última década