martes, 25 de octubre de 2011

A la luz de sus últimos intentos, Pigmeo parece ser la última novela en la que Chuck Palahniuk apuesta con todas sus armas a revalidar su título de “escritor de una generación” –los 90, en su versión occidental globalizada–, después del éxito fenomenal de El club de la pelea (1996), y de una recepción más que buena, entre críticos y lectores, de colecciones de relatos non-fiction como los reunidos en Error humano (2004).

Producto de una estética donde lo “excesivo” todavía funcionaba como metáfora de una época y como usina para poner en marcha a cualquier personaje, Snuff (2008) –sobre el mundo de la industria pornográfica–, Rant (2007) –sobre un criminal que deja una huella profética en un futuro demasiado teñido de J. G. Ballard– y Fantasmas (2005) –una genial serie de cuentos con una trama común– delinearon para este escritor algo que, entre sus millones de lectores, comenzó a sonar como la extraña repetición de sí mismo, pero en numerosas versiones.


Un fantasma ajeno para ver monstruos propios