viernes, 7 de octubre de 2011

Oyola no escribe como quien le propone a la metrópoli un tour sensible y sociológicamente volátil por la castigada periferia bonaerense, sino como quien retrata existencias capaces de interpelar más allá de lo anecdótico y lo superficial. Fiel a ese universo, Kryptonita propone un giro: ¿qué pasa cuando los objetos culturales de la metrópoli son “absorbidos” por esa periferia? ¿Qué nuevas voces se activan? ¿Y qué se vuelven capaces de decir?

Sería inútil (pero muy posible) pensar Kryptonita como una novela de tesis sobre la que orbitaran conceptos como los “híbridos culturales”, acerca de los que escribió el filósofo Néstor García Canclini. Inútil porque a Kryptonita no le interesa narrar abstracciones, sino las castigadas vidas terrenales de los integrantes de la banda criminal de Pinino –apodado “Nafta Súper”–, mientras le dejan entrever a un azorado médico del Hospital Paroissien, en Isidro Casanova, que no son más que una liga de superhéroes, con sus propias versiones de Superman o Batman, enfrentados a su vez con versiones autóctonas de archienemigos como el Guasón.


Kryptonita, de Leonardo Oyola.